Dancing with your alma

Tengo el alma prendida con claveles, vestida de volantes, con el sol brillando al ras de las pestañas.
Hay una guitarra vibrando con el roce de sus cuerdas, mientras mis dedos chasquean al ritmo de los latidos. 

Tengo un mapa en el corazón donde dice “hogar” escrito con rayos de sol, donde huele a naranja y miel, donde las tardes de verano se convierten en días eternos.

Tengo mis recuerdos bailando en aquella verbena, con los farolillos haciéndole cosquillas al aire y los maceteros de colores vistiendo las calles. Tengo mil caminos enredados en mis raíces, haciéndome sentir un abrazo invisible cada vez que escucho un “hola” en cualquier lugar del mundo.

Tengo la sonrisa lista para regalarla a raudales, la primavera meciéndose a la vera del río y mi bata de lunares esperando a que te cuente secretos con sabor a vino dulce al caer la tarde dorada.

Tengo la risa ligera y las ganas intactas, las calles repletas de arte y una emoción encerrada en el pecho, que late fuerte cuando escucho las palmas.

Tengo un lugar al que siempre vuelvo, un hilo invisible que siempre me hace sentir en calma: el lugar donde crecí y aprendí a soñar. 

Y es que tengo un “ole” tatuado en la piel y la emoción intacta, porque he vuelto a mi hogar y he vuelto a bailar con el corazón, con mi arraigo, con mis ganas.

He vuelto a bailar con lo que llevo adentro. He vuelto con todo lo que soy. 

He vuelto para
bailar con el

Dancing with your alma

Tengo el alma prendida con claveles, vestida de volantes, con el sol brillando al ras de las pestañas.
Hay una guitarra vibrando con el roce de sus cuerdas, mientras mis dedos chasquean al ritmo de los latidos. 

Tengo el alma prendida con claveles, vestida de volantes,
con el sol brillando al ras de las pestañas.
Hay una guitarra vibrando con el roce de sus cuerdas,
mientras mis dedos chasquean al ritmo de los latidos. 

Dancing with your alma

Tengo el alma prendida con claveles, vestida de volantes, con el sol brillando al ras de las pestañas.
Hay una guitarra vibrando con el roce de sus cuerdas, mientras mis dedos chasquean al ritmo de los latidos. 

Tengo el alma prendida con claveles, vestida de volantes,
con el sol brillando al ras de las pestañas.
Hay una guitarra vibrando con el roce de sus cuerdas,
mientras mis dedos chasquean al ritmo de los latidos. 

Tengo un mapa en el corazón
donde dice “hogar” escrito con rayos de sol,
donde huele a naranja y miel,
donde las tardes de verano
se convierten en días eternos.

Tengo mis recuerdos bailando en aquellaverbena,
con los farolillos haciéndole cosquillas al aire
y los maceteros de colores vistiendo las calles.
 

Tengo mil caminos enredados en mis raíces, haciéndome sentir un abrazo invisible cada vez que escucho un “hola” en cualquier lugar del mundo.

Tengo la sonrisa lista para regalarla
a raudales, la primavera meciéndose
a la vera del río y mi bata de lunares
esperando a que te cuente
secretos con sabor a vino dulce
al caer la tarde dorada.

Tengo la risa ligera y las ganas intactas,
las calles repletas de arte y una emoción
encerrada en el pecho, que late fuerte
cuando escucho las palmas.

Tengo un lugar al que siempre vuelvo,
un hilo invisible que siempre me hace
sentir en calma: el lugar donde crecí
y aprendí a soñar.

Y es que tengo un “ole” tatuado en la piel
y la emoción intacta, porque he vuelto
a mi hogar y he vuelto a bailar con el corazón,
con mi arraigo, con mis ganas.

Y es que tengo un “ole” tatuado en la piel y la emoción intacta, porque he vuelto a mi hogar y he vuelto a bailar con el corazón, con mi arraigo, con mis ganas.

He vuelto a bailar 
con lo que llevo adentro. 

He vuelto con 
todo lo que soy. 

He vuelto para bailar con el 

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