Una vida de cine

Siempre he estado locamente enamorada de la vida. Y es que vivir es hacer realidad el guion de una película en la que tenemos el papel protagonista. Donde la pasión es el maquillaje más perfecto que existe. Donde las personas creativas pueden hacer lo inesperado. Porque somos mucho más que simples actrices o espectadores de una película: somos estrellas.

Hollywood se convirtió en mi hogar. Los grandes estudios de cine, las conversaciones detrás de las cámaras y los instantes detrás de los focos en los que interpretar a otras personas, eran parte de mi día a día. Y con cada “¡corten!”, volvía a ser yo misma.

Volvía a ser esa versión de mí llena de sueños. La que caminaba por una alfombra roja en la que todos los flashes brillaban para mí. Pero, también, esa científica que se ocultaba tras las luces cegadoras de la noche de un estreno.

Comprendí que el éxito no sólo estaba en las grandes salas de cine repletas de gente que soñaba con mis películas. El éxito es sentirte completa.

Tener una mente libre, ya que tu mente es tu mejor traje.

Tu mente es mucho más importante que cualquier apariencia.

Comprendí que el éxito no sólo estaba en las grandes salas de cine repletas de gente que soñaba con mis películas. El éxito es sentirte completa.

Tener una mente libre, ya que tu mente es tu mejor traje.

Tu mente es mucho más importante que cualquier apariencia.

Y la mía volaba entre ecuaciones y sistemas matemáticos, entre frecuencias cifradas y mensajes secretos. Y así, mi nombre se grabó en la historia: como aquella actriz que, con sus inventos, cambiaría el modo de comunicarnos. Como la inventora del wifi.
Y así, comprendí, que la vida es el mayor espectáculo al que asistimos. Que somos mucho más que un guion, más que una película, más que una simple historia. Somos la suma de todas las cosas que nos hacen felices.

Y la mía volaba entre ecuaciones y sistemas matemáticos, entre frecuencias cifradas y mensajes secretos. Y así, mi nombre se grabó en la historia: como aquella actriz que, con sus inventos, cambiaría el modo de comunicarnos. Como la inventora del wifi.

Y así, comprendí, que la vida es el mayor espectáculo al que asistimos. Que somos mucho más que un guion, más que una película, más que una simple historia. Somos la suma de todas las cosas que nos hacen felices.

Y mi historia aún brilla en Hollywood. Mi nombre siempre tendrá un lugar entre los mayores inventores de la historia.

Mi luz jamás dejará de brillar.

Y así, querida, es como se escribe una vida de cine.

Hollywood